17,000 AÑOS PARA VOLVER A LOS DEDOS (2011)
Me subí con mi tabla digital a la máquina del tiempo y retrocedí 17.000 años para poder entrar a una cueva donde se encontraban cinco mujeres en un ritual de pintura de animales y signos extraños.
Afortunadamente no estaban por ahí los hombres, que andaban como fieras peleando por la vida con otras fieras más grandes y fuertes que ellos.
Estas mujeres parecían estar en contacto con los espíritus de los mismos animales que estaban pintando, porque no tuvieron ninguna actitud hostil hacia mí.
La luz de mi iPad iluminaba algunas veces sus diseños y otras veces sus caras.
Dos de ellas trazaban siluetas en la roca con bruscos pedazos de carbón, y las otras tres embadurnaban las áreas demarcadas con sus dedos untados de una pintura que olía a grasa animal y a sangre.
Parecían complacidas de exhibir su destreza. Aproveché para mostrarles como yo también podía pintar magia con los dedos. Ellas, que desde siempre han muerto de curiosidad, vinieron a ensayar todas al tiempo sus trazos en mi lienzo digital; fue fácil, era también con los dedos, solo que vimos brotar misteriosamente el azul cuando sus manos estaban manchadas de rojo mezclado con negro.
Era la misteriosa y pequeña luz del iPad rompiendo la inmensa oscuridad que nos envolvía.
Pintamos un buen rato, ellas ponían los temas y formas básicas y yo las texturas y los sorprendentes colores.
Al regresar de nuevo a mi tiempo, después de limpiar cuidadosamente mi cochino equipo, he visto con admiración y asombro las pinturas que realizamos en grupo. He aquí algunas de ellas.
Todo esto no es otra cosa que un pequeño homenaje a esas milagrosas maestras del primer arte.